NBA | El último All Star de Michael Jordan, su majestad

“»Ahora puedo irme a casa y sentirme en paz con el baloncesto. Lo dejo en buenas manos. Muchas gracias». Michael Jordan

El plan parecía simple, pero perfecto. Febrero 9 de 2003, televisor nuevo de 30 pulgadas, VHS listo para grabar el juego y un buen sillón. En Atlanta, en el Philips Arena, se jugaba la versión 52 del Juego de las Estrellas de la NBA. El plan parecía simple, pero perfecto: el debut de Yao Ming, Vince Carter en su máxima expresión, Kevin Garnett a un nivel de MVP y la participación número 14, y la última en un All Star, de Michael Jordan, su majestad.

La fiesta estaba servida para la tercera gran despedida. Los votos de los aficionados habían definido el quinteto inicial de la Conferencia Este: Allen Iverson (G), Tracy McGrady (G), Jermaine O’neal (F), Ben Wallace (C) y Vince Carter (F). Este último, minutos antes del inicio del juego, cedería su puesto como titular para que MJ titularizara en Atlanta.

Su majestad falló los primeros siete intentos al aro, solo pudo convertir cuando restaban dos minutos cincuenta segundos por jugar del primer cuarto. Recibió un balón de Jason Kidd y con una parada en dos tiempos, depositó el balón en el aro para poner el juego 16 -16. El juego resultó intenso, en aquel entonces el fin de semana de las estrellas aún tenía picante y, por momentos, la rivalidad Este-Oeste presentaba tintes de postemporada. El marcador fue muy parejo y al final del último cuarto las acciones terminaron empatadas a 120. ¡Había prórroga! Cinco minutos más de baloncesto, 300 segundos más de Michael Jordan como un todo estrella.

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Se juega el tiempo suplementario, 23.1 segundos en el reloj, Shaquille O’neal anota el tiro libre y el marcador está 136 iguales. Kidd avanza hasta la mitad del campo, MJ es sobremarcado por Shaw Marion. Ahora restan 10 segundos, Michael se acerca a la zona baja y con una puerta atrás se desmarca para recibir el balón en la línea de tres puntos, a 45 grados del aro. Lo que sigue, es historia…

Un drible con la izquierda, un giro, dos dribles más con la derecha y ante la falta de espacio y la excelente defensa de the matrix, su majestad se levanta como en los viejos tiempos. Fadeaway perfecto que termina en canasta. Marcador: 136-138. Vellos de punta. El plan que parecía simple, ahora era perfecto.

El final no fue el soñado. Restaba un poco más de un segundo en el reloj cuando Kobe Bryant intentó un tiro ganador. Jermaine O’neal lo arrolló: tres tiros libres. Kobe falló uno y hubo segunda prórroga. En esta, liderados por Kevin Garnett, los del Oeste superaron fácilmente al Este y el juego terminó 155-145. Poco importaron los 37 puntos y el MVP de KG. Las miradas estaban en Michael Jordan, que se despedía del Juego de las Estrellas con 20 puntos, cinco rebotes y dos asistencias.

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Su majestad tomó el micrófono y cerró como siempre lo supo hacer, con clase: “ahora puedo irme a casa y sentirme en paz con el baloncesto. Lo dejo en buenas manos. Muchas gracias». El plan parecía simple, pero había sido perfecto. Presioné el botón stop de mi VHS y entendí que este sería mi tesoro: el último All Star de Michael Jordan, su majestad.

 

 


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