NBA | Los nuevos Utah Jazz

La fortaleza de todo gran imperio reside en la solidez de su muralla. Concebida como salvaguarda esencial de la estabilidad que impera en la urbe, ha ejercido de elemento clave en el desarrollo primario de cualquier pueblo. Cuanto más sofisticada sea, más seguridad aporta. Así lo han entendido todas las grandes civilizaciones de la historia, desde chinos a romanos pasando por cartagineses.

Y así lo entiende también Quin Snyder, entrenador jefe de estos graníticos Utah Jazz.

Formado como asistente bajo la protección del mítico Mike Krzyzewski (otro amante de la disciplina defensiva) en Duke, el trabajo de Snyder en la franquicia mormona ha sido poner en práctica todos los conocimientos adquiridos durante su carrera, y reconducir un equipo a la deriva que, por primera vez en años, vuelve a contar con una seña de identidad clara. Igual que en los mejores tiempos de Jerry Sloan. Naturaleza rocosa atrás, y espíritu solidario en ataque. Y eso a pesar de un inicio muy titubeante la pasada temporada, solo maquillado por gestas puntuales como la increíble victoria sobre la bocina ante los Cleveland Cavaliers en noviembre.

Clave en la reconducción del equipo fue la explosión como jugador de ese freak anatómico, llegado de Francia hace dos años, que responde al nombre de Rudy Gobert, pero que bien podría hacerlo al de Slender Man por sus interminables brazos. Bajo su batuta, los Utah Jazz fueron la mejor defensa de la NBA durante un tramo importante de la segunda vuelta, permitiendo tan solo 94.8 puntos/100 posesiones por parte del rival. Una cifra tan escandalosamente baja como esclarecedora. Resultaría crucial para dicha transformación el traspaso de Enes Kanter rumbo a Oklahoma City Thunder en febrero (curiosamente, el turco es el peor interior defendiendo de toda la liga, según registros estadísticos), que permitió a Gobert instalarse como pívot titular y desatar el terror en la zona (los contrarios solo anotaron con una efectividad del 40 % mientras él patrullaba su aro, cifra tope de la NBA).

Dec 12, 2014; Salt Lake City, UT, USA; Utah Jazz center Rudy Gobert (27) tries to block the shot of Miami Heat guard Mario Chalmers (15) during the fourth quarter at EnergySolutions Arena. Miami Heat won the game 100-95. Mandatory Credit: Chris Nicoll-USA TODAY Sports

Junto al francés, destacaría en labores defensivas Derrick Favors, ala-pívot de evidente potencial que se había estancado tras sus primeras temporadas en la liga, pero que parece ir encontrando sensaciones gracias a la dirección de Snyder y al efecto contagio causado por Gobert. Un imponente planteamiento defensivo reforzado este verano por la adquisicion de Trey Lyles vía draft, talento aposicional (puede rotar entre las posiciones de alero alto y alero pequeño) muy del gusto del entrenador, que ya dejó muestras de su enorme potencial la campaña pasada mientras pertenecía a Kentucky.

En ataque, Snyder propuso una filosofía basada en el gusto por el pase extra, el movimiento constante de todas las piezas, y la fabricación de oportunidades fáciles que maquillaran la relativa falta de talento ofensivo que atesora este equipo. Como eje conductor de todo el proceso apareció un genial Gordon Hayward, point-forward al uso capaz de aportar en diversas parcelas del juego, que unida a la constante evolución de Alec Burks y la importante aportación de piezas como Joe Ingles, Hood, Burke, Elijah Millsap, etc; permitieron a los Jazz instalar un sistema como mínimo aseado. La suma del pívot alemán procedente del Barcelona, Tibor Pleiss, puede aportar esas pequeñas, pero necesarias, vitaminas en ataque.

De cara a la temporada que empieza, Utah seguirá ahondando en su naturaleza defensiva como apuesta de valor seguro. No obstante, deberá ser capaz de lidiar con algunos contratiempos que amenazan con romper la estabilidad conseguida hasta ahora. La terrible lesión sufrida por el prometedor playmaker australiano, Dante Exum, mientras disputaba un amistoso con su selección en agosto, deja muy tocada una posición que resulta básica en el baloncesto moderno: la de base. El experimento Burke no ha ofrecido demasiados réditos, siendo el ex de Michigan un jugador muy ineficiente, más preocupado por la anotación propia que por la de los demás. Por lo tanto, es posible que los Jazz lleguen a plantear quintetos sin bases prototípicos en cancha, dejando la crucial labor creadora en manos de Burks y Hayward, capaces de aportar en ese aspecto. No se descarta que una de las caras nuevas llegadas este verano procedente del baloncesto patrio, Raul Neto (base brasileño ex del UCAM Murcia), cuente con minutos importantes prácticamente desde el primer día.

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El año pasado, Utah cosechó un digno record (engañoso, si tenemos en cuenta el rendimiento dado en el último tercio de temporada, como explicaba más arriba) de 38 victorias y 44 derrotas. Un balance general que, teniendo en cuenta el nivel de la plantilla y el salvajismo competitivo que existe en la Conferencia Oeste, resultó más que satisfactorio. El objetivo para el nuevo curso baloncestístico que empieza será el de, como mínimo, continuar con la tendencia positiva vista hasta ahora. Tarea difícil si tenemos en cuenta las bajas que arrastra el equipo, y el hecho de que se encuadren en un contexto (el Oeste) que no para de reforzarse y mejorar.

No obstante, por las calles de Salt Lake City vuelve a surgir el optimismo, gracias a un entrenador y sus cachorros, que construyen, a paso lento pero constante, un proyecto muy interesante.

Y siempre bajo la protección que ofrece el haber levantado una muralla forjada en acero.


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Javier Bógalo

Baloncesto como pasión, vicio, y consuelo.