NBA | Un monstruo limitado por sus manos.

Los Knicks son un desastre. Para comprobarlo basta con echar un vistazo a la configuración de su plantilla y a la clasificación, dónde ocupan el último lugar de la conferencia este.

Con una defensa de perfil medio-bajo, el problema es especialmente grave en ataque, donde son el segundo peor de toda la NBA (apenas 103’8 puntos cada 100 posesiones) y donde no corren demasiado, siendo el cuarto equipo más lento de toda la competición con una media de 98 posesiones por encuentro. Es decir, tienen más problemas para anotar que el resto de equipos y tienen menos posesiones que ellos. Conclusión, imposible ganar partidos.

Pues bien, en este contexto llama especialmente la atención la figura de Mitchell Robinson, el pivot de segundo año, que tiene el offensive rating más alto de toda la NBA (143) de entre todos los jugadores que han jugado un número de minutos no residual en lo que llevamos de temporada. Además, es el cuarto jugador más eficiente (nunca se complica la vida, hace lo que sabe hacer en todo momento) y el segundo que más ayuda a ganar a su equipo en los minutos en los que está en cancha, tan solo por detrás de Luka Doncic.

Si además tenemos en cuenta que:

  • Tiene el único BPM (medida que refleja cómo afectan las acciones de un jugador al resultado de su equipo) positivo de la plantilla con un valor de 7’1, lo que hace Top-10 de toda la liga en esta estadística.
  • Tiene el mejor defensive rating (puntos que encaja el equipo con el jugador en cancha cada 100 posesiones) del equipo con un valor de 104.
  • Es el séptimo mejor taponador de toda la competición con 2 tapones por encuentro.

¿Cómo es posible que no estemos oyendo nada de él?

La respuesta es más sencilla de lo que parece: Las faltas. Promedia más de 3 en apenas 18’4 minutos por encuentro, lo que le impide jugar con continuidad. De hecho, raro es el partido en el que no tiene problemas de faltas antes del descanso.

Manos innecesarias, caída en fintas… el problema no es nuevo, fue su cruz la temporada pasada y va camino de serlo también en esta. Y esto es algo que frustra al entrenador (ha cambiado la rotación para que empiece el partido desde el banquillo y así evitar que se cargue de faltas en los primeros minutos de encuentro), al propio jugador (en ocasiones podríamos decir que le pitan faltas por ser él, por su fama de manazas) y a cualquiera que le vea jugar más de cinco minutos.

Estamos hablando de un jugador que promedia por cada 36 minutos la friolera de 19’8 puntos, 12’8 rebotes (6’1 ofensivos, en defensa podría capturar muchos más si mejorase su posición) y 3’9 tapones. Todo esto con un 72% en tiros de campo. En definitiva, una auténtica salvajada.

Veremos si con el paso de los partidos y las temporadas consigue madurar esta faceta de su juego y convertirse en uno de los jugadores más dominantes de toda la NBA. Cualidades tiene para ello, y ojalá lo consiga.


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Samardo Anthony

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