Baloncesto | Viciocesto por los cuatro costados

Este es uno de esos artículos de dar gracias a la gente porque sí, porque me apetece y porque la vida pasa demasiado rápido como para no ser agradecido.

La gente del baloncesto es mucha y muy variada. Así que hoy os voy a contar una de esas historias que me apetece contar:

Historia de la Gente del Baloncesto.

Por motivos laborales que no vienen a cuento, recibí un correo en fechas recientes donde una persona al otro lado del canal internauta me decía que no nos conocíamos pero teníamos aficiones comunes y un punto de encuentro y unión: ser socios y abonados del Albacete Basket. ¡Vaya! Pensé.

La persona al otro lado del canal podría haberse limitado a ser cortes, remitir su correo profesional-laboral y firmar «Suyo Afectuoso», pero la gente del baloncesto es así: da un paso extra a la espera de que el árbitro no se fije y penetrar a aro pasado con una bandeja de terciopelo. Porque no hay nada como hacer una buena entrada con tres pasos y que el árbitro no te pesque.

La misma gente del baloncesto que, en fechas recientes me dijo en Villarrobledo que estaba agradecida porque había leído un artículo en nuestra web donde se hablaba de un familiar; un familiar cercano y querido al que conocían por sus aficiones más recientes pero no por su afición que aquí nos ocupa: el viciocesto. Le había dedicado tanto tiempo que la memoria le obligaba a sacar una sonrisa a cada momento, le obligaba a recordar nombres que había ocultado en lo más recóndito de su mente solo para hablar un rato de…

El viciocesto.

Ese que nos hace entablar debates entre las nuevas generaciones de apasionados de la NBA y exjugadores que todavía dicen «cámino» cuando observan la temida nueva regla de baloncesto y los pasos de salida. O las eternas discusiones entre si Magic y Bird eran mejores que Jordan o si los Bulls de este último habrían ganado a los GSW del lanzatriples compulsivo.

La ventaja de escribir sobre baloncesto, frente a escribir sobre política, sociología y otra materias de más enjundia es que, salvo cuatro grillados (que los hay), puedes decir que Llull no te gusta o que Navarro es el segundo mejor jugador español de la historia tras Gasol y que no pase nada. Alguna discusión, algo de polémica y ya está: habrás pasado dos horas hablando de baloncesto y recordando por qué uno corre, salta, lanza, defiende; lo habrás comparado con decenas de otros jugadores y sus respectivos equipos.

Así todo el rato. Durante horas y horas y vuelta a empezar. Con el añadido de que ahora disponemos de más material gráfico y de investigación.

En una de las escenas de Hoosiers la prota le dice al entrenador que muchos  en el pueblo pasan horas hablando de viejos partido de cuando eran jóvenes, de la glorias pasadas. A lo que el entrenador le contesta que muchas otras personas matarían por ese minuto de gloria que muy pocos tienen.

Muy pocos tienen ese minuto de gloria, pero somos muchos quienes sabemos apreciar los minutos de gloria de los demás, aprovecharlos, comentarlos, discutirlos, saborearlos durante años y exprimirlos.

Y ponerlos en común, aunque sea en la distancia de un correo electrónico, en la distancia de un artículo de una web. Porque sabes que luego, durante un partido, durante un café, paseando por un pueblo de la provincia; o incluso en bañador por alguna playa del Mediterráneo, alguien se te acercará y te dirá: me gustó mucho tu artículo, pero no estoy de acuerdo en lo de Navarro, o Epi es mucho mejor, o con el CABA disfrutábamos más en Albacete; o no hay nada como las categorías inferiores, o desde que han cambiado las canastas del Parque, los aros no absorben tanto los lanzamientos.

Viciocesto.


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